Pozuelo de Alarcón - Madrid (26/10/92)

Tras 18 días de separación, para muchos de los marchantes, los últimos kilómetros fueron los del reencuentro con sus familias. También ha sido el final de una lucha pacífica en defensa de los puestos de trabajo, y por la supervivencia de las zonas industriales de la región asturiana, con el calor popular, recibido en parte del numeroso público que abarrotaba la entrada a la capital de España.
Se finalizó la larga marcha después de recorrer bastante más de los 500 kilómetros anunciados en un principio desde Oviedo a Madrid. El aumento de kilómetros ya se han reflejado en las etapas comentadas, y bastantes de ellos, debido a los paseos que se dieron en las localidades donde concluían las etapas en compañía de las autoridades locales.
Pasadas las once de mañana comenzaron a llegar a Madrid parte de los más de 200 autocares procedentes de los distintos puntos del Principado de Asturias. Miles de banderas asturianas ondeaban al paso por la Escuela de Ingenieros Agrónomos a medida que la columna se acercaba. El nerviosismo crecía entre los compañeros venidos desde Asturias, hubo hasta empujones para ser los primeros en acercarse a saludarnos. Asimismo, los puentes que cruzan la autovía se encontraban repletos de gente esperando pacientemente nuestra llegada. Todos buscaban los mejores sitios y ocupaban las mejores plazas para estar más cerca de nosotros. Por momentos el público nos desbordó y hubo que esforzarse al máximo para mantener el orden cuando la cabeza de la marcha de hierro alcanzó Madrid. Las ovaciones y los aplausos resultaban ensordecedores al paso de la interminable columna. El enorme gentío que se agolpó en las calles de la capital de España hizo que muchas familias no pudieran verse, ni mucho menos saludarse, hasta bien pasado el final de la manifestación.
Antes, se había almorzado en pijolandia, como así se conoce a la localidad de Pozuelo por la mayoría de los madrileños. La paella prometida ¡jod... qué buena!, tortillas, pinchos variados, queso de Cabrales, sidra, vino y frutas, donde como no podía ser menos, predominaron las manzanas asturianas de mesa. A los más de 800 participantes en la marcha, nos llevaron materialmente encerrados, -dentro de un cinturón de seguridad formado por militantes de los sindicatos con distintivos para distinguirlos del resto- hasta la llegada al Paseo de la Castellana. Desde el primer momento funcionó este servicio de orden, de forma que nadie podía entrar, a lo largo del trayecto, en el grupo de los protagonistas.
La etapa comenzó en Pozuelo pasadas las 13:30 horas. Custodiados por la Policía Nacional, se nos facilitó el paso hasta Puerta de Hierro. La marcha se abría con el microbús en cabeza, engalanado para la ocasión con emblemas de las comunidades autónomas de Asturias, País Vasco y Navarra, además de los carteles y cintas conmemorativas de la marcha de hierro. Caminamos por el carril contrario al sentido de los vehículos en su salida de Madrid por la N-VI, Madrid-Coruña. Poco a poco, pues éramos frenados por las fuerzas de Orden Público, llegamos al encuentro donde aguardaban más de 50.000 personas con el fin de recibirnos con un caluroso aplauso de complicidad. La algarabía ocasionó un tapón impresionante en la zona de Puerta de Hierro y el Arco del Triunfo. Muchos fueron los vehículos que quedaron materialmente atrapados en el fenomenal atasco. En medio de este colapso, dentro de su vehículo y con su sonrisa permanente, esperó pacientemente el ex-presidente del Gobierno de la nación, Adolfo Suárez. Quienes tuvimos la ocasión de saludarle, fuimos correspondidos por su parte sin perder en ningún momento la compostura.
A lo largo de toda la etapa, y a pesar de ir prácticamente encerrados dentro del cordón de seguridad, se sucedieron escenas de emoción como consecuencia del encuentro entre familias, compañeros de trabajo, y vecinos o amigos. Como pudieron, siguieron nuestro paso por las aceras con el fin de no perder el contacto.
Funcionó un gran despliegue de policías con varios helicópteros incluidos, que velaron por nuestra seguridad, hasta la llegada frente al ministerio de Industria. En la parte delantera de la manifestación, por supuesto que iban los máximos protagonistas de la acción reivindicativa, pero en este caso, al ser bastante amplia la pancarta de cabecera y las calles por donde transcurrió la manifestación, también se ocupó con los secretarios Generales de los sindicatos organizadores, así como otros representantes de las comisiones ejecutivas. Junto a ellos, el coordinador de Izquierda Unida (IU), Julio Anguita, la presidenta de la Junta General del Principado de Asturias, Laura González, y varios miembros de partidos y coaliciones políticas vascas y asturianas.
Pasadas las calles Osa Mayor, Padre Huidobro, Reyes Católicos, en la calle Cea Bermúdez se desplegó una enorme pancarta en la que rezaba esta inscripción “Ensidesa y AHV tienen futuro”. Con el grito unánime de “el norte se salva luchando”, discurrió la manifestación entre los aplausos de las gentes en las calles y las asomadas en los balcones que daban ánimos a nuestro paso. Como ya intuíamos, visto lo sucedido ayer en Pozuelo, no faltaron los grupos orquestales, las charangas, las tamboradas, y por supuesto, el sonido de la gaita, acompañando canciones del gran y popular repertorio astur.
Manuel Zaguirre, secretario Confederal de la USO, era uno a quien más se le notaba la emoción; junto a él, Antonio Gutiérrez de CC.OO y Nicolás Redondo, de la UGT, caminaban en segunda fila junto a los secretarios de las secciones Sindicales de las empresas Ensidesa, AHV, y los representantes de las federaciones del Metal de los sindicatos organizadores. Por delante, portaban la principal pancarta los marchantes de tantos días, desde Bilbao y Oviedo.
Poco después de las cuatro de la tarde se accedió al Paseo de la Castellana por entre una nube de policías que no dejaban ningún hueco por cubrir. Por el pasillo central de dicho paseo, habilitado para la manifestación, observados desde el aire por varios helicópteros, y con miembros de los Grupos Especiales del Cuerpo Nacional de la Policía apostados en terrazas y tejados de los ministerios de Defensa, de Economía y Hacienda, y de Industria Comercio y Turismo, se llegó pasadas las cinco y media de la tarde al final del recorrido. Al rato de acceder frente al ministerio, se desplegaron varias pancartas reivindicando soluciones para la siderurgia y tras ellas nos fuimos concentrando, procurando dejar un pequeño pasillo para que los que nos seguían se fueran colocando y tomaran asiento en el suelo, con la mirada fija en las frías y grises paredes desde donde se dirige la política industrial del país.
El presidentes de la comunidad autónoma de Madrid, el socialista Joaquín Leguina, nos dio la bienvenida y se mostró partidario de que Europa se plantee su industria, de la que forma en buena parte la siderurgia. Aunque no fue nada optimista respecto al resultado de la reunión entre los trabajadores y el ministro de Industria, dijo que “salga lo que salga, no será para tirar cohetes”. Que razón tenía.
Las cúpulas de los sindicatos y de Izquierda Unida nos respaldaron en la manifestación y con su presencia en la concentración frente al ministerio. Tampoco faltaron representantes de los partidos y formaciones vascas, opuestos al plan de la CSI como Eusko Alkartasuna y Euskal Ezkerra. Las críticas se centraron en la falta de voluntad negociadora del Gobierno y con la inexistencia de una buena política industrial. La ironía, como es de suponer, se la llevó un partido que se denomina así mismo “socialista y obrero”. Qué incongruencia.
Se salió, tanto de Asturias como del País Vasco, por delante de un cartel que marcaba una burrada de kilómetros. Nerviosos, al menos los asturianos, pensando en el recibimiento que se nos daría por camino. Según fueron transcurriendo los días, el miedo a los recibimientos se disipó por completo. Cuando se pasó el ecuador de la marcha, los kilómetros parecieron ser más cortos y nos infundían más ánimo. Cuando alcanzamos el kilómetro cero, nadie esperaba semejante recibimiento. Por momentos hemos tenido que detener momentáneamente la marcha de hierro y pedir que por favor, nos dejaran pasar. Al final hemos llegado, pero el talante inflexible del Gobierno, parece ser, no hay quien lo cambie.
Pero en nuestro interior no está el ceder en la reivindicación. La opinión pública está a nuestro lado. Asturias se ha dado cuenta que la lucha por la siderurgia es la lucha por el futuro. La marcha de hierro ha sido la más sonora protesta obrera en el sindicalismo en Asturias y precisamente lo ha sido por su silencio. Como alguien dijo, “el grito hondo de la Asturias profunda”.
En Ensidesa coincidiendo con esta llegada a Madrid, se ha consumado una huelga de 48 horas, mañana se volverá a la normalidad a la espera de la reunión prometida entre los sindicatos y el ministerio de Industria para abrir la mesa de Negociación. Hoy nos ha dicho…
–“Vuelvan Uds. mañana”
Tras el descanso y recuperación de las heridas, vendrá la reflexión sobre el significado de una marcha que pasará a la historia del movimiento obrero de este país. Mientras, Aranzadi, sigue insistiendo en que los sindicatos lo que deben hacer es apoyar el plan de la CSI.
Hoy ya le hemos contestado. Ahora, iremos a nuestras casas en busca del merecido descanso, y más adelante… ¡ya veremos!
-Sito, ¿cómo estás?
-¡Jodido, José Ramón!, ¡jodido!
En principio el resultado de la marcha de hierro ha sido bastante claro, aunque no todo lo positivo que se esperaba. De momento Aranzadi recibió a nuestros representantes sindicales nada más llegar a las puertas del Ministerio. Siempre estuvo en contra de esta reunión, y opuesto a recibirnos. Lejos de cerrar la puertas, anunció día y hora para abrir de nuevo las negociaciones. Una mesa que lleva más de dos meses paralizada y que en los seis meses anteriores fue incapaz de avanzar un solo paso, debido a una Administración que siempre se negó en redondo, desde su inicio, a cambiar una sola coma del plan previsto por el holding.
La marcha de hierro, por lo tanto, ha conseguido un éxito notable: “que el ministro haya dado marcha atrás, haya recibido a los sindicatos, y haya marcado día y hora para negociar”. El resultado final queda por ver, pero el primer paso y nuestro objetivo, el de reiniciar la negociación, está conseguido.
Otra de nuestras pretensiones también ha sido conseguida y con creces: “sensibilizar a toda la sociedad asturiana, primero sobre la marcha de hierro, luego sobre la grave situación de Asturias”. Lo que se inició de una forma tibia, e incluso con críticas hacia los marchantes, a quienes se nos acusó de “ir de fiesta y con todo pagado”, acabó con toda la sociedad asturiana volcada con la movilización sindical. Y esa sensibilización de todos los sectores de nuestra sociedad, incluida la Iglesia, que al final jugó un papel extraordinario, es lo que íbamos buscando también trabajadores y sindicatos.
Por último, se alcanzó también otro objetivo: llegar a Madrid. Cuando en las primeras etapas se comprobó la dureza de la movilización, se llegó a la conclusión de que llegar a Madrid era ya un fin en sí mismo. Han sido 18 etapas de esfuerzo continuo, no solo físico, también sicológico, no hay que olvidar que un grupo numeroso de personas de diferentes ideologías, pertenecientes a diferentes sindicatos, nos vimos obligados a convivir en condiciones de extrema dureza. Lo que sucedió es que todos coincidimos que lo más importante y el primer objetivo era llegar a Madrid, y eso allanó el camino. Al final, con el recibimiento en la capital, las tensiones y los pequeños problemas, que por supuesto los ha habido, han quedado en el olvido. Y por otra parte, la marcha también ha servido para consolidar la unidad sindical, tanto a nivel de organizaciones, como en el plano personal. A partir de hoy, se inicia una nueva etapa y la vista está puesta en la primera reunión del día 29 de este mismo mes.
Para algunos, la posibilidad de volver a caminar otros tantos kilómetros para defender Ensidesa no es descartable. El teléfono y las visitas esporádicas de los amigos y familiares fue una de las mejores medicinas. Junto al apoyo incondicional de la familia, es de agradecer la solidaridad recibida en la carretera y la que se reflejó en los medios de comunicación. En los pueblos se abrazaron a nosotros sus vecinos, lloraban y nos ofrecían todo lo que podían, fue una experiencia inolvidable. La marcha ha servido para mentalizar a muchas personas que creyeron que estábamos de excursión, pero, en poco tiempo, se consiguió cambiar radicalmente la sensibilidad de los asturianos.
Uno de los momentos más desesperantes fue cuando tuvo lugar en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid, el mitin fiesta de Felipe González. Los autocares que desplazaron a muchos militantes socialistas, al adelantarnos, nos insultaron e hicieron “peinetas” acompañadas de muecas que se pueden suponer. Éstos, son los pesebreros del bocadillo y los viajes. Ya en otros tiempos y con otros gobernantes se empleaba la misma táctica –“muchos de esos que ahora van a Las Ventas, se conocen la Plaza de Oriente de memoria” se oye decir dentro de la marcha. Fue triste, porque ellos iban a celebrar diez años de gobierno en los que hay muy poco que celebrar.
Entre la movilizaciones que se barajaron a partir del final de la marcha de hierro, se encontraba la de viajar a Bruselas para manifestarse ante las autoridades de la Comunidad Europea, si el ministerio de Industria no accedía a la modificación del plan de competitividad para la siderurgia española.
El 24 de noviembre de 1992, coincidiendo con que el Consejo de Ministros Europeo se reunía para decidir el futuro de la siderurgia española, viajamos a Bruselas…
Pero, eso es otra historia…

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