El Espinar - Villalba (24/10/92)

La última dificultad de la larga caminata que había que salvar antes de entrar en la comunidad madrileña, resultó algo más fácil de lo esperado y no tan complicado como se temía.
La etapa se caracterizó por el frío glacial del principio y el buen tiempo reinante nada más coronar el alto de Los Leones. Una espesa niebla nos acompañó en los primeros kilómetros de recorrido y más tarde, hasta lució el sol cuando se descendía hacia tierras madrileñas. El copioso tráfico al ser sábado, fue quizás donde estuvo el mayor peligro, no por culpa de los conductores que en todo momento se mostraron afines a la causa, más bien por la espesa niebla durante el tramo de ascensión que no dejaba ver apenas a un palmo.
A pesar de estos inconvenientes meteorológicos, la jornada transcurrió con relativa normalidad. Volvió a aparecer la miel de Gumersindo, el de Llanos de Somerón, y el café con orujo en el alto del puerto. El camino estuvo plagado de tenderetes ofreciéndonos los más variados productos hasta llegar a las estribaciones de Guadarrama, donde la empresa gijonesa “Autoprin” nos deleitó con una espicha donde no faltó de nada. Pinchos de tortilla, de queso Cabrales, de bonito con tomate, casadielles, sidra, vino y hasta caldo para quien lo quiso, en dos palabras: de todo.
Además, esta empresa gijonesa entregó a la marcha de hierro un cheque con una importante cantidad de dinero. También corrió con los gastos que se hicieron de café y otros avituallamientos en el restaurante de la explanada donde se paró.
En esta ubicación tuvo lugar la entrega del “Gallo de la Quintana”. Faustino F. Álvarez, director del diario La Voz de Asturias, había llegado a primeras horas de la mañana a Guadarrama y aguardó en este punto para hacer la entrega. Más tarde acompañó por unos kilómetros a la columna siderúrgica y sufrió en sus propias carnes lo duro y difícil que es caminar por estas carreteras con abundante movimiento de vehículos en ambas direcciones.
En principio la etapa se consideraba como una de las más duras, sin embargo, los hombres y mujeres de la marcha de hierro pese a lo desagradable del tiempo al principio, lograron superar la cima del puerto y el peor trago se pasó descendiendo. Los pies y las rodillas ya se encuentran al límite de su aguante y no están acostumbrados a salvar tamaños desniveles; el aguantar por el cuerpo en el descenso, muy pendiente, resultó además de incómodo, bastante duro. Desde el comienzo de la etapa, un nutrido grupo de trabajadores llegados desde Asturias, se fue acoplando a la columna. Más tarde, sindicalistas de la región segoviana nos acompañaron hasta el final. El grupo se fue incrementando continuamente con personas que llegaban. Parecía un paseo triunfal cuando a partir del alto, la niebla se disipó y en la lejanía se distinguían los edificios de la gran urbe madrileña.
-José Ramón, aquello más alto ¿son las torres de la Castellana?
-Desde este momento veo todo lo que queráis, pero no tanto como para distinguir lo que me decís.
La Guardia Civil de Tráfico y la Policía, que desde que abandonamos León, más bien brillaron por su ausencia salvo en contados momentos, aquí si realizó una excelente cobertura durante toda la jornada. En los días de atrás, fuimos nosotros mismos quienes nos encargamos de regular el tráfico y evitar que los vehículos causasen problemas y peligro para los caminantes. Bien es verdad, que los conductores en su mayoría nos cruzaban lentamente y nos saludaban con afecto, dándose cuenta de lo que los caminantes estaban sufriendo. De muchos de estos vehículos llegaron a nuestras manos tabaco, licores y bastantes buenos farias, de los camiones.
Si desde que se partió de El Espinar, el paso por San Rafael y el ascenso al puerto hasta las inmediaciones de Guadarrama, no se paró de recibir agasajos, lo bueno sucedió a las dos de la tarde. Ya en el llano, nos introducimos por la puerta principal en la coqueta plaza de toros del pueblo. Entramos y salimos por la puerta grande después de que la gente hubiese abarrotado las gradas. Allí comimos el bocadillo diario de mediodía y “Pepe el del agua”, nos deleitó con unos pases de salón que merecieron la ovación unánime y la petición de las orejas y rabo del imaginario novillo.
No solo Pepe animó la mañana. Al ver que de los toriles no salía ningún ”victorino”, los más conocedores del arte de Cúchares se despojaron de sus vergüenzas y acompañaron al primer espada de la marcha de hierro en su deambular por el ruedo. Un agente de las fuerzas de Tráfico, se animó con unos pases que nos demostraron que para él, el arte del toreo no tenía secretos.
-Cuanto han cambiado desde que entramos en la comunidad madrileña, ¿no?, José Ramón.
-Sí, estos agentes parecen tanto o más serviciales que los de Asturias y León.
La verdad es que con apenas siete kilómetros que llevan a nuestro lado, se nota que a partir de ahora no tendremos problemas con el tráfico. Con un capitán y un teniente al mando, los agentes cubren todo el recorrido por delante, el centro, los costados y el final de la columna. Es impresionante la cantidad de motoristas que van junto a nosotros. A los coches de apoyo nos facilitan la labor de entrega de bebidas isotónicas o refrescos que se hace cada tres o cuatro kilómetros. Así mismo, no nos tenemos que preocupar de otras cuestiones que las de ayudar en lo que se nos solicite. Hoy apenas ha habido traslados de lesionados, todos querían entrar en la comunidad madrileña por su propio pie y a fe que lo han conseguido.
La despedida de Guadarrama es multitudinaria, el animoso público nos apoya con voces de aliento y no falta quien critica al Gobierno. “Adiós con el corazón…” vuelve a oírse por enésima vez en lo que va de trayecto desde Asturias. Cada día que pasa las muestras de afecto van en aumento, el apoyo hacia nuestra reivindicación por parte de las gentes que encontramos en el camino, son cada vez más unánimes. Nuestro viaje hacia la “utopía”, como dice el amigo Camporrín, es que estamos a las puertas de Madrid, y “utopía” o no, lo cierto es que nuestro primer objetivo está a punto de cumplirse.
-Sito, ¿cómo vas?
-¡De puta madre!
El recibimiento en Villalba es como en otros muchos a lo largo de esta marcha, multitudinario. La cordialidad y el afecto nos lo demuestran a cada instante, y más al darse cuenta que entre los componentes de la marcha, caminan mujeres y personas mayores con la misma indumentaria que es resto de compañeros. Por la prensa deben de conocer que estas mujeres han hecho todo el recorrido desde Asturias y son varios los vecinos que les ofrecen habitaciones en sus domicilios particulares. No son aceptadas, se les da las gracias pero nuestras chicas ya están acostumbradas a compartir con el resto de compañeros todas las penurias y no tienen ningún deseo de abandonarnos. No cuentan con ningún privilegio, solo con el de ducharse aparte y siempre procurando no sufran ninguna molestia. El resto, como los demás.
A las siete de la tarde tiene lugar el encuentro de baloncesto Collado-Villalba – Cajasur. En los prolegómenos del partido, por parte de nuestros anfitriones se nos hace entrega de un banderín del club baloncestístico. El detalle lo agradecemos animando constantemente el equipo local que al final vence por un holgado resultado. Hacía tiempo que las gradas del pabellón de Deportes no estaban tan repletas de público, al decir de los aficionados del club que acuden regularmente a presenciar los encuentros.
Los estómagos están estragados de tanto bocadillo y bollos preñados. La cena casi siempre se compone de un plato caliente, normalmente acompañado de carne o similar. Hoy nos llevamos una alegría entre las muchas ya acaecidas, nos ponen en la cena pecado rebozado, no se de que clase, no lo llegue a reconocer pero estaba buenísimo.
-José Ramón, ¿fuiste de pesca?
-Sí, al Manzanares.
Al comunicarme con mi esposa en llamada telefónica, su máxima preocupación no es otra que la de no encontrarnos en Madrid dada la gran afluencia de gente que piensa desplazarse. Según parece hay cerca de 250 autocares apalabrados para el traslado desde Asturias. Varios saldrán el mismo lunes de madrugada y otros lo harán mañana domingo al atardecer.
-No tengas preocupación alguna. A cualquiera que le preguntes de la marcha por el “comandante”, te indica donde estoy sin dudarlo.
“El comandante”, es un apelativo cariñoso que me puso un compañero de la USO, Juan Estrada. Yo lo llamaba “el primero Juanín”, recordando a un cabo Primero que conocí en la mili y al cual se le parece bastante. En tiempos no muy lejanos, ambos recorrimos toda Asturias preparando las elecciones Sindicales y nuestra amistad ha ido en aumento, él fue quien empezó en todos los lugares a llamarme "comandante" y bastantes son quienes me conocen por este apelativo.
La buena temperatura y el próximo final de la odisea, tras la copiosa cena, anima al personal a moverse por Villalba. El ambiente es estupendo, las cafeterías y terrazas están a rebosar y por todos los lados aparece el inconfundible chandal de la marcha de hierro. Curro, Baena y yo, volvemos a lucir nuestro pañuelo rojo regalo del periódico ovetense. “El trío Covadonga”, nos dicen algunos compañeros al cruzarse con nosotros.
-De presencia, todo lo que queráis. De cantar poco o casi nada –contesta Curro
Hoy coronamos el Alto de Los leones, La Voz de Asturias junto a nosotros, con el símbolo que su director dejó en nuestras manos. Un símbolo que el periódico creó para distinguir a los que por su tesón, constancia y coherencia, pueden servir de ejemplo para el resto de la sociedad. El “Gallo de la Quintana”, un gallo de hierro, para hombres de hierro.
La marcha de hierro tiene un objetivo: ser europeos.
Pero como los demás europeos, no clientes, ni consumidores de un mercado para excedentes.
El pabellón de lo mejor, cómodo, agradable y limpio a más no poder. El Larguero en sintonía.

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