Medina del Campo - Arévalo (20/10/92)

A las seis de la tarde se llegó a la localidad de Arévalo después de caminar más de 40 kilómetros desde Medina del Campo en un día desapacible y lluvioso. La entrada a esta localidad abulense se hizo por el polígono industrial y, tras recorrer cuatro kilómetros por el centro de Arévalo, se llegó al polideportivo situado en la avenida de Emilio Romero, sin agua caliente, donde se recibieron los masajes y las curas por parte del equipo médico que siempre ha estado a nuestro lado desde el Principado de Asturias.
Con aplausos nos recibieron los arevalenses que se dieron cita, a pesar de la lluvia, en las calles por donde transcurrió la marcha. En el pabellón deportivo, donde pasamos la noche, fuimos saludados por dirigentes provinciales de los sindicatos, así como por las autoridades municipales encabezadas por el alcalde, Luís Alberto de Antonio, del PSOE, el cual recibió algunos abucheos por la mala conservación de las instalaciones, con bastantes carencias. Las secuelas de la caminata por la constante lluvia han vuelto a hacer acto de presencia en forma de ampollas y reblandecimiento de los pies. A pesar de que los problemas generalizados, obligan al equipo de Cruz Roja a una atención continuada, la moral es alta.
A media mañana se emitió por los sindicatos de la marcha de hierro un comunicado conjunto saliendo al paso de las manifestaciones del ministro de Industria, Claudio Aranzadi, sobre los motivos que han originado nuestra movilización, que con una malsana intención pretende desvirtuar.
Carmen Veiga, presidenta de Cruz Roja en el Principado de Asturias, ha hecho una visita a la marcha de hierro. Por parte de miembros de la organización le damos las gracias por el esfuerzo que la institución está haciendo en nuestro beneficio y se le trasmite el sentir de agradecimiento por parte de todos los marchantes hacia el fabuloso equipo, coordinados por Juan Campa. La actuación de estos servicios sanitarios, es el punto más importante de la marcha de hierro. La gente no se cansa de decir que sin la ayuda de esta institución por medio de su personal, muchos más de la mitad estarían en su casa desde hace bastantes días.
Poco antes de la cena, sería para que no nos sentara mal, recibimos la noticia de que mañana el ministro Aranzadi, se entrevista con los representantes del Metal en una reunión últimamente programada. Como no tenemos ninguna esperanza de posible solución por parte de este caballerete, lo dejamos de lado, no pensamos en ello y continuamos con nuestros quehaceres sin mayor preocupación.
Madrid está a poco más de 130 kilómetros y Sito apunta…
-¡Está chupaoooo…!
En una de las paradas del último tramo, Santiago, el del turrón, se acerca y…
-Jose, desde hace dos días que me encuentro pesado. No se si con les fartures o qué, parece que tengo un muru de hormigón en la barriga.
No puedo disimular y me río, aunque trato de aguantarme…
-¿Un laxante?
-Si tienes tú.
-No, pero en la ambulancia no dejará de haber algo.
-¡Host…!, solo les causo risa. Se lo toman a cachondeo. Las nenas no hacen más que reírse de mí.
Hay que echar una ojeada al almacén. Tenemos varias cajas de frutos secos y una cajas de madera que han llegado últimamente. No se lo que contienen y abrimos una…
-¡Hombre!. Santi, tienes suerte
-No me jo… ¿qué es?
-Ciruelas americanas escarchadas y con baño de caramelo.
Ocho o diez se lleva el mozarrón. De un bocado se traga tres y el resto no tarda de desaparecer de su mano…
Lo voz corre como la pólvora…
-¡José Ramón tiene frutas escarchadas…!
El microbús, además de trasladar diariamente a los lesionados y enfermos leves o temporales hasta los lugares de pernocta, también nos sirve como despensa de lo que nos van ofreciendo las distintas casas comerciales que cada día se acercan con sus obsequios. Hay momentos en que cuadrillas de cinco o seis, se acercan por si cae algo. Devoran natillas, flanes, yogures de frutas y todo lo que contenga dulce. Los yogures naturales tienen menos aceptación. Las pastas y galletas desaparecen como por encanto y no digamos cuando hay pastelillos.
Casi al final de la jornada, cuando desde el alto se ve la hermosa ciudad de Arévalo, me encuentro con Alberto. Su caminar es dificultoso, las piernas separadas y la mente perdida…
¡Venga, Santi! Por hoy está bien, vamos sube que te acerco al polideportivo.
-De eso nada, turrón de chocolate es lo que necesito.
-Pero hombre, ¿qué te pasa ahora?
-Desde que comí les cirueles y cuando me hicieron efecto, vengo cuchando toes les cunetes…
-¿Necesitas algo?
-¡Papel higiénico!, ¡coño, papel higiénico!
Las muestras de cariño son continuas. Hoy, una señora a los pocos minutos de iniciarse la etapa en Medina del Campo, frente a la gasolinera, echó a correr desde su coche hacia la marcha de hierro. La señora, de Fresno el Viejo, muy cerca de Medina, quiso testimoniar su apoyo a la lucha, entre otras cosas porque tiene familiares en Versalles (Avilés) y Piedras Blancas (Castrillón). Compró cupón de la Once y se lo entregó a la organización. Así quiso solidarizarse y con la tira, nos deseo suerte.
Detalles como este o muy parecidos son constantes, el apoyo y la solidaridad se suceden kilómetro a kilómetro. Hubo quienes entraron a un bar y consumieron unos bocadillos de jamón, el propietario del establecimiento, al comprobar que pertenecían a la marcha de hierro, les invitó sin querer cobrarles ni una sola peseta. El propietario de este mesón, dijo que él había sido emigrante en Francia y sabía lo que significaba la palabra solidaridad. Otro tanto sucedió en la farmacia Candelas, en donde el propietario tampoco quiso cobrar las medicinas solicitadas y la toma de tensión. Salió del mostrador y estuvo departiendo con el grupo de trabajadores que había acudido a su negocio.
Las curas como siempre. La cena, de las de recordar; bien servida y en un comedor donde nos sentamos todos al mismo tiempo.
Llamadas a casa como casi a diario. Un par de descafeinados. El último cigarrillo del día y a escuchar El Larguero. La calefacción no está mal, sirve para secar la ropa y el calzado.

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